Ámate, Loba
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Aúlla. Desciende la montaña con la noche a la espalda. La Luna está brillando en la cima, como un fractal espejo de su alma. Esférica, inmortal, divina, casi humana. Ella es la abuela sabia. La que siempre la guía. Conoce sus anhelos, el ritmo de sus ciclos. Sabe de sus heridas, del amor por su instinto. Del vientre de la Loba que habita y engendra el mundo.
Ha tenido quinientos cuatro cuerpos. Una piel desprendida en cada uno de ellos. En cada luna roja, su ser muere y renace.
Creó un hogar-territorio. En él, parió cachorros humanos. Los amamantó en sus pechos. Día tras día, fue aprendiz y maestra de crianzas. Ahora son más grandes que ella. Los ama. Los ha soltado al mundo.
Hace ya mucho tiempo que se rindió a los cultos para vivir el suyo. Cuatro mujeres en una. Una en cada ciclo. El de las horas chicas, el de la sed y la sal. El de la tempestad, desnuda en la colina. El de soltar las riendas para vivir los sueños. El de los despertares, hacia las nuevas alas…
Brotando, como ramas, bajo sol, lluvia y viento.
“Volar es también saberse libre”
(Dice, la voz)
“No hay Dios sin Diosa”
(Anuncia, la voz)
“El templo es el cuerpo. El útero la casa, el nido, el lugar de pertenencia.
El útero es la vida y yo, amo la vida”.
(Afirma, rotunda, la voz interna)
«Yo me amo, a cada instante en que me habito y en mí, estoy siendo presencia.
Yo me amo y muestro todo cuanto soy»
“Eres mujer de este tiempo. Eres gacela, eres ave, eres río. Eres dios, eres diosa.
Eres amor. Eres tierna, eres fiera, eres Loba. Lo tienes ¡TODO!
Si estás viva, ¡aún estás a tiempo! ¡Baila!
Pregúntale al abuelo fuego cuál es rito que ha de iniciar tu danza.
Y danza hasta que muera lo viejo en cada átomo.
Danza, hasta parirte de nuevo»
(Dice, la voz interna)
«Hija del Sol y la Luna, hija del Hombre y la Tierra.
Hija de las estrellas. Hija Sagrada del Amor.
Date a luz desde la sangre. Renace en cada ciclo, desde la sangre»
Sangrar, cuando el amor al otro no fue amor suficiente
(Lo sabías, hermana, lo sabías… Dice amorosa, la voz, mientras te abraza)
¡Ámate, loba!
Mudar la piel, cuando vivir deprisa no fue vivir en paz.
¡Vive despacio, loba!
Ama tu tiempo y comprende, que si la herida aún sangra,
el hueso te sostiene y te levanta.
¡Álzate, loba!
Llorar, cuando la lágrima es sagrada
y es savia para el fuego que te enciende por dentro.
¡Préndete, loba!
Reír, porque la risa es magia y un eco de colores para tu viva Voz.
¡Ríete, loba! Hasta de ti misma, ¡Ríete!
¡Gózate, loba! ¡Celébrate!
ES TIEMPO…¡YA!
Es tiempo de hermandad. De aullar, alzar rezo, el canto, la palabra. Reunir a la manada. Mirarse en otra loba. En la mujer que duerme bajo tu misma Luna. La mujer que despierta sobre tu (vuestra) Gran Madre planeta azul de agua, fuego, tierra y aireeee, que respiras.
¡Respira, loba! ¡Auuuuuuuu!
Es tiempo de mirarte al espejo, más allá de ti misma, para atreverte a todo.
¡Es tiempo, ya!, ¡Es tiempo, ya!, ¡Es tiempo, ya!
(Repite, como un mantra, la voz)
«Ámate, loba.
Ama tu cuerpo, como a ti misma.
Ama tu sueño, ama tu rezo, ama tu causa, ama tu espíritu.
Ama tu libertad. Ya es tiempo, ya.
¡Ámate, loba!»