
Ha sido establecido científicamente, que el abejorro no puede volar.
Su cabeza es demasiado grande y sus alas demasiado pequeñas para sostener su cuerpo.
Según las leyes aerodinámicas, sencillamente no puede volar. Pero nadie se lo ha dicho al abejorro.
Así es que vuela.
Cita de Paulina Readi Jofré
Un día, aquel que estaba a punto de marcharse vino y me dijo:
«¡Quiero ser libre!, ¡volar!
Sé, que para aprender a hacerlo se necesita un ángel o una mujer de aire. Pero hay que darles algo a cambio y yo, aún no tengo nada que ofrecer»
Me dio un beso y se marchó. Tan solo se giró, cuando le dije:
Para aprender a volar, primero, necesitas tener raíces. Saber de dónde vienes y a dónde quieres llegar. Ansiar tu libertad, buscar tu libertad, ¡amarla! y construirla al detalle, como un mago en el aire.
Hacer del corazón verbo y oficio.
Ser y no ser de nada, ni de nadie. Ser y, simplemente:
Sentir tus alas ¡contra el viento del Norte!, ¡la fuerza de tu estrella!
¡La fe de tus raíces sobre la Tierra!
Lo fui perdiendo en la distancia. No sé ni cuánto tiempo transcurrió. Tal vez pasaron décadas. Quizás vidas enteras. Hasta que un día, regresó.
Ya era un gran guerrero. Se había izado a la mar. Le dio la sal de sus lágrimas, la sed de su palabra.
¡Abrió su corazón, desnudo bajo el sol!
¡Voloooó!
Dejó una línea de azul insostenible quebrando el horizonte.
Quiso insolarse a cielo abierto. Sentir que estaba vivo, latiendo con su sueño corriendo por la sangre. Iba desnudo como un Ícaro, volando bajo un sol de medianoche.
Por sus heridas, entró el fuego y la Luz.
¡Se derritió!
De sus cenizas, surgió una nueva vida.
Había aprendido a amarse.
Pudo encontrarse y encontrarme, entre Venus y el sueño del aire.
Yo sentí que era Aire, era Fuego, Agua, Tierra, ¡Luna y Sol!
Era, ¡libre!
Un sueño hecho hombre y un hombre hecho Dios…
Se desnudó y me mostró sus alas. Me amó, jugando a ser mi espejo y sin palabras.
Ahora ya tenía lo más hermoso que ofrecerme…
¡La fe para sumar alas y libertades!
El don para poder: recomenzar el Aire