La semilla de la flor independiente

      La semilla de la flor independiente había decidido ser una flor libre. 
Un día, sintió las alas del viento y voló con él más allá del jardín. No quería ser regada por nadie. Ella amaba la lluvia, la bondad de la tierra que la hizo florecer plena en su esencia. 

      Era una flor solitaria, pero también única y muy especial. Lejos de sus hermanas, de la contención segura de los muros del jardín, un sueño de primavera se abría para ella: al fin era una flor libre, mecida por la hierba, hija del sol y la vida, valiente e instintiva como ninguna. 
Seguramente, alguien le hubiese reprochado que era demasiado egoísta. Pero eso no le importaba, porque ella sería, mientras viviese, todo lo que quisiese Ser.  
Al fin y al cabo, sabía muy bien que había nacido para romper las reglas y no vivir limitada por el acomodado mundo del jardín. 

      La flor de la semilla independiente veía cada día amanecer desde un lugar privilegiado. Estaba sola, sí. Pero en sus pétalos vivían las gotas del rocío y al llegar el ocaso, justo antes de irse a dormir, honraba al viento, agradecida, por haberla transportado en aquel largo viaje.  Segura de sí misma, sabía que tenía un gran tesoro para ofrecer al mundo. Uno, que aún vivía latente en el interior de su cáliz: 
      la vida primigenia de muchas otras semillas, que un día volarían lejos 
      de allí para ser también libres.  
 

La bondad de los árboles

Si pudiese aprender la bondad de los árboles
Imitarlos y arraigar cuanto soy al ciclo de la Tierra 
Dejar de lamentarme cuando el mundo me rompe  
Crecer sabia y serena en la esencia del bosque 
Sentir que mi corteza se templa mecida a la intemperie 
				llena de amor y de aves 
¡Que mis frutos se abren para nutrir la vida! 
Volver a ser semilla que aflora en primavera 
o en el mejor de los sueños:
				una mujer hecha árbol
que espera al que se acerque
y al apoyar su frente en mi tronco intrincado
puedan ser necesarias 
las ramas de mi abrazo

EL MAR Y VOLAR

«El Mar y Volar»

Pequeños cuentos para entender la vida

A mi abuela María
y a todos los que saben soñar que vuelan…
Aquel día David estaba muy triste. Tenía la cara empapada y los ojos enrojecidos de tanto llorar por la abuela. 
Yo solo tenía nueve años, pero no lloré demasiado porque ella me había pedido que no lo hiciese. 
— ¡Vamos a jugar a volar!— le propuse a mi hermano.
— ¡No! ¡Yo quiero jugar a pistoleros!
— Pero...¡Yo prefiero volar como la abuela!
— ¿Y si me caigo?
— No vas a caerte. En realidad solo jugaremos a eso y será como si volásemos de verdad. 
— ¡Pero yo no tengo alas y sé que me caeré!
— ¡Sí que tienes!—le aseguré—. Lo que pasa es que no las ves. Ayer me dijo la abuela que cuando juegas a volar te crecen unas alas gigantes e invisibles.
— ¿Estás segura?— me preguntó sorprendido.
— Claro. Ella me lo contó justo antes darme un beso y marcharse al cielo. Después se durmió y voló hasta allí. 

Mi hermano sonreía...
—¿Sabes? Está dormida de mentira, como la bella durmiente.
— ¿No está muerta?... ¿No se ha dormido para siempre?
— ¡Nooo! Está despierta en el cielo. Se ha ido a vivir allí porque aquí le dolían mucho los huesos. Eso me dijo y también, que por las noches dormirá con los ángeles.
— ¡Ahh! Y...¿Allí no le dolerán los huesos?
— No, porque uno no pesa casi nada en el cielo. Es como los globos de la feria, que flotan en el aire. 
— Y, ¿por eso tú ya no lloras?, ¿porque sabes que la abuela no está dormida? 
— ¡Eso es! Y porque sé que está muy bien allí. Pero nosotros jugaremos a volar toda la tarde y después iremos a cenar para que mamá no se enfade ni esté triste.

   Aquella tarde estuvimos “volando” todo el tiempo por la casa: del patio al salón, de la cocina al cuarto y del balcón a la Luna. Cuando se hizo de noche estábamos exhaustos, pero no lloramos más porque la abuela no quería que lo hiciésemos y, además, aquel juego era súper divertido.  Así que a partir de entonces, volvimos a repetirlo cada vez que nos aburríamos y lo pasábamos en grande. 
Claro que David siempre llevaba enfundada la pistola y a veces la sacaba para pegar algún que otro tiro contra el viento…
  
 Al cabo de unos meses, una tarde en la playa, mi hermano vino corriendo con una gran caracola entre las manos. Cuando estuvo frente a mí, la acercó a mi oído y me dijo:
— Miraaa… ¡El mar también sueña que vuela cuando se queda dormido! Se ha metido en la caracola y suena igual que el viento.
— ¡Sí!—le respondí—. El mar también sueña que sabe volar, como nosotros y la abuela. 
     
                             Fin 

Camino somos

El Tao de las Mujeres

«Permanecer en el camino cuando se pierde el rumbo»

CAMINO SOMOS

«Permanecer en el camino cuando se pierde el rumbo»

El Tao de las Mujeres

Si pierdes el rumbo, permanece tranquila hasta encontrarlo. Hay algo dentro de ti que sabe cuál es la dirección a seguir.

Si el camino es ancho, camina junto a los demás. Cuando se estrecha, camina sola. Los puentes que cruzas fueron construidos por alguien que conoce el trayecto.

Cuando muchos son ricos mientras otros pasan hambre y los recursos se gastan en bombas en lugar de en niños, se pierde el sendero, se olvida el rumbo.

Mantente tranquila y recuerda. En la quietud encontrarás el camino.

DiÁlogos

«¿Qué es el amor?

La ausencia total de miedo, dijo el maestro.

¿Y a qué le tenemos miedo?

Al amor, le respondió»

Anthony de Mello

Retiro


—¿Te vas?

—Sí.

—¿A dónde?

—A cualquier lugar, lejos de aquí.

—Pero…¿Por qué?

—Necesito vivir despacio.

Pequeña isla


—¿Por qué escribes poesía?

—No sé trepar un árbol. No sé escribir cansancio, ni espera, ni bagaje. No sé decirte adiós, sin derrumbarme. Ni llorarte por fuera, lejos de las palabras, como hace la lluvia.

—¿Estás llorando?

—No, solo escribo poesía. Solo toco una isla donde, a veces, me salvo.

Las jaulas

Amanecer en el Guinardó

Usted no tiene patria ni ha venido a este mundo a conquistar su suelo. Usted no tiene jaula ni jaulero. No tiene un corazón dueño de nada ni de nadie. Ni nada ni nadie,  debiera ser dueño de usted o de su corazón. El  hecho, no es que usted tenga un corazón sino que debiera ser su corazón. Ser, en cada uno de sus gestos y  latidos y hacer de él su oficio por y para el mundo. 

Y usted y yo, que sabemos que somos nuestros verdaderos sabios, vivimos en peligro de extinción, porque hay demasiados que piensan que los hombres deben ser los dueños y señores de  cosas a las que pusieron nombre. Y las cosas son solo eso y cuantas más poseemos, menos espacio  queda para ser y más poder otorgamos a los que proclaman: ¡Esto es la felicidad!

Pero usted y yo, sabemos que hay demasiada gente que se muere de hambre por el mundo, mientras otros siguen poseyendo y repiten y repiten: ¡Esto es la felicidad!

Y sabemos, que cada uno tiene sus baremos para los momentos hermosos que vivimos, al margen de las tantas cosas que en ellos poseímos. Sabemos que hay gente con la que nos sentimos al instante en armonía y otra, de la que desearíamos escapar nada más verla.

Ya aprendimos, que esta Tierra es redonda, que todo es cíclico y que seguiremos girando con el planeta preguntándonos por qué estamos aquí. Sabemos que existe un universo inmenso, que el hombre lanza naves al espacio y que hasta a pisado la luna. 

Sabemos que las leyes naturales establecen un orden preciso y que existen diferentes dioses y religiones y tantas, tantas guerras abiertas por el mundo como feroces poseedores de seres y cosas valiosas.

Y sin embargo, usted y yo que como pájaros soñamos nuestro vuelo  y como niños sonreímos al miedo ante el espejo; como hijos del putísimo progreso, vivimos  en enjambres de cemento, hechos por el hombre y su glorioso deseo de ser amo y señor de cosas que le hacen esclavo y le llenan de vacua felicidad las manos. 

Vivimos lejos de la naturaleza, ajenos a sus leyes y verdades, entregados al progreso, mientras que otros siguen muriendo de hambre y opresión.

Pero ¡oh! nosotros, afortunados, seguimos a cobijo en enjambres luminosos que nos ocultan las jaulas de nuestros propios miedos.

Y es así como usted y yo, hemos llegado a este punto de dejar a tan mal recaudo nuestra propia libertad a otros. Como usted y yo, tan dignos y tan sabios, vivimos en una confortable pero estrecha jaula.

Como usted y yo y otros tantos tantísimos tontos, nos estamos convirtiendo en nuestros propios jauleros.

Escribir del amor, bajo el signo de leo_1

Escribir el amor. Elevar el amor. Bendecir nuestro amor. Re-inaugurarlo. Volver a ser la piel de sus raíces. Su lentitud y enigma. Sus hijos y aprendices. Su templo y equilibrio. Tú y yo; espíritus del aire, del agua, del sol. Hijos, del Dios amor que está vivo en nosotros. Somos lengua en lenguaje de amor. Somos: amor en danza, amor único idioma. El león está reinando en los cielos y tú; eres león en tu pecho rugiéndome de amor.
¿Sabes? Hago ayuno de todo, cuando Soy en tu amor. Hago ayuno de mundo si estás lejos de mí, aquí, en las ciudades jungla. Me nutro solamente de amor y de tu voz. Y soy también león, en mi pecho está vivo el anhelo. Sueño, que estás desnudo frente a mí y te escribo el amor siendo el vientre del fuego. Y soy, la voz que prende el corazón como un faro encendido rendido en el ocaso, frente al mar. Amor sagrado.
Mar lejano, mar adentro, océano mar que solamente ama…
El mensaje del mar es amor, la luz del faro es amor. La palabra: el amor, el camino: el amor. El destino: el amor en la danza del fuego que tú y yo
ahora Somos

Tomar el riesgo de Ser libre

«No eres libre cuando haces lo que quieres,

eres libre cuando expresas lo que eres»

DARÍO LOSTADO

Me tomo el riesgo de ser libre. No lo olvides.

¡Libre, como las flores! ¡Qué expresan lo que llevan, reafirman lo que son!

Libre, en dibujar lo que sueño. En vivir desde este pecho y Ser la que Soy Yo.

Libre, en decir que mi casa es un Templo con Alas.

Libre, al saber que mi aliento es mi verbo hecho Voz.

Que la vida es la Estancia y el Amor es la Causa.

Que la flor es el Alma, que se abre bajo el Sol.

Me tomo el riesgo de ser libre, ¡sí! en estos tiempos que corren…

Viviendo el sueño de ser danza, en cada paso que doy.

Mi danza, fundida en mi canción y en mi palabra.

Mi voz, ardiente en esta Flor y en el Amor.

La senda del corazón

Solsticio de verano, 21-6-2020

«La senda del corazón»

Que la energía y la fuerza de este nuevo ciclo

nos sostenga y enseñe

a estar siempre presentes, 

aquí, entre el cielo y la tierra.

Que cada rayo de Sol nos sane,

nos renueve, nos limpie y nos haga ser amor.

Que la gran Madre Divina tome presencia 

en nuestra sangre-agua-y-tierra

y en nuestros corazones-fuego-de-amor.

Y así, que nuestro corazón 

sea por siempre el oficio

y el oficio sea el camino

que dicte desde el pecho

nuestra verdadera voz.

Que podamos desprendernos de todo

lo que ya NO nos pertenece

y de todo, a lo que ya NO pertenecemos.

Que podamos levantarnos y alzar un canto y un rezo

por nuestro espíritu libre, por nuestro cuerpo hogar y templo,

por nuestra mente aliada

por nuestro corazón:

guerrero de paz y amor.

Que la palabra sea honesta

y el amor sea la danza

y la Madre Divina nos acoja por siempre

en su templo-útero

Y Sea uno el Padre Sol

con nuestro espíritu-luz.

Con cada hombre y mujer sobre la tierra

viajando siempre en presencia

la senda del corazón.