
«¿Qué es el amor?
La ausencia total de miedo, dijo el maestro.
¿Y a qué le tenemos miedo?
Al amor, le respondió»
Anthony de Mello
«¿Qué es el amor?
La ausencia total de miedo, dijo el maestro.
¿Y a qué le tenemos miedo?
Al amor, le respondió»
Anthony de Mello
Duermes, entre diamantes1, en ese azul inmenso
que te ha sangrado el Ego y la sed de silencio.
Tiento a tu sueño y me estremezco…
He aprendido a besarte sin Beso, a acicalarte los labios con los dedos
y mi pequeña niñita culpa.
Duermes y no sabes, que yo: escribo mi intención con la boca desnuda.
Que yo, velo tus noches en mi ciudad de alfanje
y ahora soy la del aire y la que aún, no has besado.
Sueñas y no sabes, que, mi antes de ti era un caos.
Que en esta tierra domada, en esta horma mía,
anhelaba ser cima y era un mero incendiario.
Era, mi boca la marea.
Era, mi infierno una jungla
Un lugar para el hombre y su furia.
Era Yo, como siempre, de mí tan mía, mujer volcán y aire.
¡Yo y mi Ego!
Tan rojo y delirante, que solo era el latido de un verbo en erupción.
Que solo era gemido y una Voz contra el viento y el Dios de los percances.
Un verso constricto y decidido a no ser de nada ni de nadie,
destinado a morir o vivir, derramado en los muros del aire.
O en este pueblo, pecho mío, corazón selvático,
siempre en puto abismo y en riesgo de extinción,
con tal de no herirse a cosa hecha, pidiendo guerra o bala…
Y tú, te angelas y duermes hombre-niño
como antes del fuego y su equilibrio,
en esa piel que te respira tan profundo,
como desnudo de mundo vas.
En esa piel que asoma y te refleja liberado
y un poco humano mío.
Sueñas y alcanzo tu sonrisa,
con mi mano de prosa que todo lo toca y sin embargo no sabe,
cómo inocularte en el corazón la llama…
¡Debiera ser la Eva y no la Geminiana!
Asirme a tu bandera o tu madera de roble y darte un solo Beso antes de huir…
Morir en ti mi sexo y mi deseo, una noche perpetua en tu alcoba…
Y volarme después a ser mi sino de trigo y tempestad,
mujer de aurora y barro.
Respiro. Puedo vivirte y vibrar.
Cerrar los ojos. Imaginarte aún, sin haberte infringido con mis dedos de incendio.
Sin haber besado, la locura del alma esa que tienes
que puede contra el fuego y el hambre.
Pienso…
si acaso vas a darme el sueño de tu arquero
o un cofre de secretos para salvar mi Luz
Y así, poder trepar a mi osadía gritando cómo te AMO
contra el techo del mundo…
Amanece mi voz en un desierto, lleno de miel y luceros.
Amanece mi amor, en un quiero y no puedo.
Porque no he susurrado a la noche tu nombre
y que «esto», que, a mí me sucede no debe ser consentido
porque tú: duermes entre diamantes y yo…
Yo, solamente me escribo y me desvivo noche, tras noche.
Me inmolo a cielo abierto en esta ciudad de alfanje.
Demudo a todo verso mi intención y solo soy aún:
la de la herida Lorquiana
la que vuela sus aves del pecho con palabras…
La que le teme al amor y a su verbo de sangre,
por si otra vez me hiere.
Soy yo, la aprendiz de aprendizas.
La del anhelo del Beso por ti no dado, niño Hombre.
Yo solo Soy:
la del barro y el aire
en esta ciudad de Alfanje
1Referente a la expresión: «Duermes entre diamantes»
Acaso ¿ves en el otro, un ser mejor que tú solo porque ya se ha ido sanando,
mientras tú estás aún en el proceso?
Todos somos iguales. Cada uno tiene su ritmo y sus procesos y no debemos sentirnos ni más, ni menos que nadie, por estar en un momento diferente del camino.
El barro aparece en varias ocasiones y bajo distintas formas: la mujer de barro, la ciudad de alfanje, la casa de barro… Todas ellas son una clara alusión al modo en que se está reconstruyendo o dando forma a sí misma esa mujer, tras haber vivenciado el dolor de sus heridas.
Tras la herida, siente que tanto el cuerpo como el alma son de «barro». Se está moldeando así misma, volviéndose a parirse y a crearse.
La «ciudad de alfanje», es el lugar al que ha huído, para sanarse. En ese barro donde vive, está transformando su ser. Dándole la forma que siente que necesita, para volver renovada y con una nueva esperanza a la vida, una vez el dolor haya podido ser llorado, duelado y asumido.
En la ciudad de alfanje, el dolor se contempla desde arriba. A vista de pájaro y fuera de la ola emocional, para poder ser transmutado, finalmente y desprenderlo del corazón.
Desde aquí invito a todo aquel que siente la herida de abandono en el amor, a sentir su «SER DE BARRO», para poder moldearse nuevamente y desprenderse del dolor. Pero no de la vivencia y del aprendizaje que este, nos entrega como una perla preciosa de sabiduría. Como una cicatriz embellecida, en la que brilla la luz.
Como la huella que deja en la frente
el diamante de la mujer hindú…
Desde mi más humilde opinión, la clave está en el recogimiento y en la auto-escucha. También en pedir ayuda «si siento» que lo necesito. Eso ayudará a empezar esa transformación, ese crearse de barro, para ser moldeado por la propia libertad de, valga la redundancia, ser lo que uno quiera Ser.
Los TIPS para ello serían:
En resumen, entregarse a estar en comunión con el espíritu y a caminar de su mano, hacia el lugar donde vuelve a brillar el sol y se encuentra la fuerza instintiva que todos poseemos en nuestro interior —aunque «el barro» (la vida y sus experiencias, ya sean buenas o malas) nos ha ido moldeando— hasta que aprendemos a elegir cómo será nuestro nuevo molde, desde la mirada hacia dentro y el auto-amor, que nos llevará a vivirnos en una clara mejor versión de nosotros mismos.
Ese nuevo ser «nacido del barro» en el que, por sus grietas o heridas, puede, al fin, entrar la confianza y la Luz.
Con amor, me despido y os dejo una canción de la gran Mercedes Sousa