Benares, noviembre 2021
Más allá de la calma que te inunda a orillas del río Ganga, nace un tumulto de calles en las que el tráfico no cesa ni un instante. Una vaca descansa en una especie de rotonda indiferente al ruido de los cláxones. Ella es sagrada. Sabe que nadie va a atropellarla.
He recordado que mi abuela María me decía que yo era una niña sagrada porque mis padres me deseaban tanto, que Dios tuvo que dejarme «bajar del cielo» Pero en esta tierra nadie lo sabe y estoy aquí esperando a cruzar las calles mientras mi amigo Sono se aleja y tengo la sensación de que bien podría llegar a Rishikesh —la próxima ciudad que visitaremos— o incluso hasta al fin del mundo, antes de que yo encuentre un huequito seguro por donde colarme.
Por fin se ha dado cuenta de que ya hace rato que no le sigo. Sorprendido, empieza a hacerme gestos con la mano. Cierro los ojos. Una voz que ya no viene de mi cabeza, resuena en mi interior. « ¡Confía!, grita. No has viajado desde tan lejos para sentir miedo». El corazón sabe. Por eso me ha traído hasta aquí. Miro hacia el frente y camino en línea recta hacia donde Sono me está esperando. Todos me esquivan con una precisión de relojero y yo, me siento valiente y sagrada como la hermosa vaca que sigue tan tranquila en medio de la calzada. « ¿Qué hacías allí?, me pregunta Sono cuando lo alcanzo. Aquí nadie va a detenerse para que pases. This is Indiaaa!»
This is India! (Another planet)
Nueva lección aprendida.
Buscamos un sitio donde comer. En los días que llevo aquí, también he aprendido que siempre debo pedir not spice. Eso ya es más picante de lo que mi estómago es capaz resistir sin lamentarse. Tengo un plato favorito que me gusta tanto que lo repito casi a diario. Se llama Matar Paneer y es un guiso elaborado a base de vegetales, queso blanco y guisantes. Suelen servirlo acompañado de un cuenco de Dal, unas lentejas riquísimas que ya había probado en los hindús de Barcelona.
Antes de caer la luz día hemos regresado al Ghat más cercano a nuestra casa de huéspedes, para sentarnos a contemplar el atardecer multicolores y la vida incesante a orillas de Ganga Ma bañando con sus aguas a la ciudad más vieja del mundo.
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