Yo, Sabana

Yo, Sabana

Tú, buscadora: lo sentías…

Ahora ya no eras la gata de la lluvia maullando en piel ajena, soledades.

¡Ya no eras!

Ahora, dilataba tus pupilas el alma de la luna,  danzándole a tus ciclos:

el amor hacia ti misma y la ternura.

Y yo, mujer hermana, tan solo te contaba mi vivencia.

Mi pequeña palabra o verdad.

Mi forma personal de sanarme a mí misma,  para mí y para el mundo,

por si a ti, también te servía.

Yo solo te contaba, que ahora no dormía mi memoria en sueños frágiles de aire.

Que ya cesaba el llanto de mis ojos y giraba veloz sobre mis propios pasos,

si es que regresaba: caminante él a mi camino y volvía a recordarme,

de qué hoguera y de qué selva habíamos nacido los dos.

Y entonces yo mudaba, leona, a mi pelaje. Alborotaba al viento la melena ¡Y rugía!

Rugía de verdad, voceando frente al mar:

¡Qué yo ya no llevaba el peso de la lluvia o de la culpa en las entrañas, de la primera Eva!
 Porque ahora era auténtica. Era, mujer universal.

Ya no tenía que maullar en piel de Adán o Adanes.

No volvería a ser la flor trémula del aire prendiéndome en el pecho,

versos con pétalos mojados en lágrimas, para un amor de nadie,

para un amor fugaz solo de aire…

Yo ya empezaba, a ser: Luz y Sabana

El alma de la selva, del agua y del volcán.

Y era mi vida todo eso…

La luz de aquella estrella, mi espíritu salvaje, mi sangre y mi linaje.

Todo eso era.

Y sí, también era mi corazón desprendido, en otros tiempos,

volviendo a ser prendido

a la vida y a la rama.

Mi corazón desprendido, prendido firmemente a la rama de la selva y mi vientre de la selva.

Mis ojos, de la tierra del hombre verdadero.

Mis ojos: sus espejos.

Y sus ojos: mis espejos.

Yo era mi Dios y mi Diosa en el camino, hacia un dulce equilibrio.

Sabía bien mi destino porque ya, había aprendido a intuir…

Fluía con la vida, olía el viento acre y el beso del almizcle y volvía a reinventar:

mi calma o mi ternura.

Mi grito contra el viento de la nada, mi auténtica victoria sobre el ego vencido.

Yo era mujer de un solo eje, montaña o cordillera ¿Sabes?

Era mamífera intuitiva y audaz.

Humana, parida del cielo de lo humano. Hija del sol y la luna,

del único latido de la vida y la jungla.

¿Y sabes, hermana?

Ya no fui más felina, maullando a gatos pardos que no sabían aún si

eran amigos del diablo o habían perdido el corazón

y cuatro o siete vidas sin un amor verdadero.

Solo podía reconocerme: en otra piel como la mía, en otra selva como la mía,

en otro corazón sin rejas, sin escarcha, sin torres, sin domar.

Porque ahora solo era, mírame: «La divina»

Aquella de la que el hombre del miedo siempre por siempre huiría, por mi bien,

cada vez que intuyera

que yo empezaba a ser la mejor versión de mí misma,

cuando él, aun no estaba listo para serlo.
 

La mejor versión de mí misma, parida por mí misma para la tierra.

Ya no quedaba guerra ni guerrera.

Mi tierra era tan solo la sabana, que abría y entregaba un ser puro de fuego,

o el beso en la horma de otro pecho

rugiendo sangre viva y auroras frente al alba, como yo.

Esa era ahora,  ¡mi Sabana extendida!

Mi amor para mí misma, hoy, ya, por siempre, era.

Principio y primavera, el cauce universal de Dios y lo divino.

Sagrado femenino para el mundo.

La auténtica mujer que, como tú, hoy despierta.

Hermana, esta es mi palabra. Mi pequeña historia para ti y para mí.

Y yo, la maga, la enlazadora de mundos, caminante del cielo y de la tierra, como tú. Te entrego mi decreto, con todo el amor del corazón.

Yo, la Dakini                                  
Yo, la Chamana
Yo, de la Selva
 Yo, de la Luz
 Yo, como tú, mi Hermana
 Mi dulce Espejo

Azul  

MM🎇☪️🕉☯  

Publicado por

mayde molina

Escritura, Espiritualidad. Medicina Tradicional China

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