¡Quédate en casa!_día 40_ el mar y volaaaar

Hoy, según mis cuentas, hemos llegado al día 40 de esta cuarentena y yo quería hacer un homenaje a todos los mayores que se han marchado a causa del Covid 19.
Y también a todos aquellos ancianos que están viviendo esta cuarentena en soledad, lejos de sus nietos y de sus seres queridos.
Y por supuesto también a todos los niños que están siendo verdaderos héroes, aprendiendo a volar y a soñar desde sus hogares.
Por eso, hoy este relato de mi infancia es para todos y cada uno de ellos.

Imagen «Granito de sal» de Teresa Salvador, «Fábulas» en Flickr

«A mi abuela María

y a todos los que saben soñar que vuelan…«

Aquella tarde mi hermano David, estaba muy triste. Tenía la cara empapada y los ojos enrojecidos de tanto llorar por la abuela. Yo solo tenía nueve años, pero ya no lloraba, porque ella me había pedido que no llorásemos demasiado.

Bueno, en realidad si que lloré un buen rato. Pero me sequé las lágrimas antes de ir a buscarlo a él para arrancarlo de las faldas de nuestra madre.

_ ¡Vamos a jugar a volar!_ le dije sonriendo a mi hermano.

_¡Pero yo no quiero jugar a volar!_me dijo él_ ¡Yo quiero jugar a pistoleros!

_¡No, a mí no me gusta jugar a eso!_le dije_ Yo quiero volar, como la abuela.

_ ¡Pero yo no quiero volar, que me caigo!_dijo él protestando.

_ No te caes_le dije yo_ En realidad solo sueñas que estás volando y entonces es como si volases de verdad.

_ ¡Pero yo no tengo alas y sí que me voy a caer!_reiteraba él convencido.

_¡Sí tienes! ¡Lo que pasa es que no las ves!_le dije yo_ Ayer me lo dijo la abuela; que cuando juegas a que vuelas, sueñas que vuelas y entonces tienes alas y ya nunca te caes.

_ ¿Estás segura?_me preguntó él.

_ ¡Claro! Justo ayer, ella lo dijo antes de irse al cielo y darme un beso. ¿Sabes?La abuela se puso a jugar a que se dormía para empezar a volar. Después se quedó dormida de mentira, como la bella durmiente, pero todos han pensado que ella está dormida para siempre.

_ ¿Y no está dormida para siempre?_me preguntó él sorprendido.

_ ¡No! _le dije sonriendo_ ¡Está despierta! Lo que pasa es que se ha ido a vivir al cielo. Se puso a soñar que volaba muy alto y así, se fue al cielo. Y se ha quedado allí a volar para siempre, porque aquí le dolían mucho los huesos.

_ ¿De verdad?_me preguntaba él.

_¡Sí! Eso me dijo ayer, antes de marcharse y que por las noches dormiría junto a los ángeles. Por eso no he llorado como mamá, porque sé que ella está en el cielo y que está muy contenta de estar allí.

_ ¿Y allí ya no le duelen los huesos?_preguntó él sorprendido.

_ No, porque allí el cuerpo no pesa nada. Es como los globos de la feria que cuando vuelan, no pesan. Pero nosotros solo jugaremos “a volar” un ratito y luego vendremos a cenar para que mami no se enfade y no esté triste.

_ ¿Por qué aun no nos duelen los huesos como a la abuela?_ me preguntó él sonriendo.
_¡Claro, por eso! _ le respondí yo.

Y aquella tarde estuvimos “volando” todo el tiempo por la casa. Fuimos del patio al salón, de la cocina al cuarto y del cuarto hasta la luna.

Cuando se hizo de noche, estábamos exhaustos y no habíamos llorado nada. Porque la abuela no quería que lo hiciésemos y además jugar a volar era muy divertido. Así que a partir de aquel día, cada tarde cuando estábamos aburridos jugamos a volar y lo pasábamos en grande. Claro que David siempre llevaba enfundada la pistola y a veces la sacaba para pegar algún tiro contra el viento…

Al cabo de unos meses, una tarde en la playa, mi hermano vino corriendo hacia mí, con una caracola grande entre las manos y me dijo sonriendo:

_ ¡Mira, tata! ¡El mar también sueña que vuela! Se mete dentro de las caracolas y suena como el viento_ y se puso la caracola en el oído, después de decirme eso.

_ ¡Sí!_  le dije yo_  El mar también sueña que vuela, por eso siempre se ve azul como el cielo y suena como el viento rugiendo dentro de las caracolas.

Caracola, imagen de la red

Rumi ♡ – Say I Am You…