El hombre del Sol
¿Lo ves?
Vuelve a cambiar la estación
Y mi voz;
destila las notas de un No tiempo
en que la tierra, vuelve a estar preparada para recibir el agua
y también la sed de mi nostalgia
Y yo camino por ella, buscando cualquier recuerdo
que me lleve otra vez hacia aquel sueño
donde no tenga que sentir, que pienso en ti a cada momento
Y me mire las manos vacías y me mire la frente, al espejo
y aún lo vea allí prendido
a aquel Sol que tú me enseñaste
cómo ponerme por dentro.
Pero a ti ya no encontrarte, porque cada vez
que te he buscado
te has ido yendo más y más lejos.
Y ahora vuelvo a estar descalza y sin paz en el alma
Y sé que vuelvo a tener la edad misma que el mundo
Que de tanto rodar y volar por él
también tengo, como tú:
la fe dormida o cansada.
Y un día, caminaba al amanecer
por la arena de aquella playa y te vi allí sentado
mirando absorto al Sol…
Y tú, tal vez no lo recuerdas, pero me dijiste:
«A él le gusta que lo miren, ¿Sabes?
Que el hombre goce
de llevarlo dentro mismo de su cuerpo
y yo lo he hecho y quiero
que tú también lo hagas, niña mía.
Porque ahora, ya sé con certeza
que el Sol debe llevarse dentro de nuestra sangre
y así la sangre sea el fuego
que nos rebose en los poemas
que aún tendremos que escribirnos,
cada vez que no estemos, así, tan cerca el uno del otro.
Y si tú sientes que el Sol se encuentra a gusto en ti, amor,
no permitas nunca que se vaya
porque hay muchos hombres y mujeres que lo pierden
y van muriendo un poco, cada día,
sin darse apenas cuenta.
Tú, llévalo siempre en el corazón y tras tu frente
Y así, cuando yo esté perdido y no me encuentre
podré volver a encontrarme y a encontrarte.
Yo también lo dejaré por siempre dentro de mi corazón y en mi frente
para que así; cuando seas tú la que esté perdida y tengas miedo
sepas que mi Sol estará por siempre esperándote
para fundirse con el fuego y la luz del tuyo»
Aquel día, antes de que llegase el momento,
en que nos separásemos de nuevo durante muchísimo tiempo
El hombre del Sol, me había besado apasionadamente en los labios
y yo, ya nunca pude olvidarme de aquel beso
ni del placer infinito de nuestros Soles desnudos
Amándose.
Y he escrito mucho, ¡Lo juro!
Que he escrito mucho, desde entonces.
Y ahora que desde el sueño me llega otra vez el recuerdo,
Siento: que se me ha quedado dormido el Sol
por dentro y también, un poco, la esperanza.
Y ya no estoy bastante segura,
de que me quede suficiente fuego en la sangre
para seguir dejándome la voz y el corazón,
en las palabras.
Mientras te sigo buscando descalza, a ti, hombre del Sol
Aquí, perdida en el mundo

desde la terraza de mi edificio en Horta-Guinardó
Zbigniew Preisner soundtrack – Dekalog V / Kieslowski Krzysztof
El sol debe llevarse y sentirse dentro, como bien dices en tus versos.
Un abrazo y feliz fin de semana.
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