Quédate en casa_Día_27_ un cuento-Poema

El hombre del Sol

¿Lo ves?

Vuelve a cambiar la estación

Y mi voz;

destila las notas de un No tiempo

en que la tierra, vuelve a estar preparada para recibir el agua

y también la sed de mi nostalgia

Y yo camino por ella,  buscando cualquier recuerdo

 que me lleve otra vez hacia aquel sueño

donde no tenga que sentir, que pienso en ti a cada momento

Y me mire las manos vacías y me mire la frente, al espejo

y aún lo vea allí prendido

a aquel Sol que tú me enseñaste

cómo ponerme por dentro.

Pero a ti ya no encontrarte, porque cada vez

que te he buscado

te has ido yendo más y más lejos.

Y ahora vuelvo a estar descalza y sin paz en el alma

Y sé que vuelvo a tener la edad misma que el mundo

Que de tanto rodar y volar por él

también tengo, como tú:

la fe dormida o cansada.

Y un día, caminaba al amanecer

por la arena de aquella playa y te vi allí sentado

mirando absorto al Sol…

Y tú, tal vez no lo recuerdas, pero me dijiste:

«A él le gusta que lo miren, ¿Sabes?

Que el hombre goce

de llevarlo dentro mismo de su cuerpo

y yo lo he hecho y quiero

 que tú también lo hagas, niña mía.

Porque ahora, ya sé con certeza

que el Sol debe llevarse dentro de nuestra sangre

y así la sangre sea el fuego

que nos rebose en los poemas

que aún tendremos que escribirnos,

cada vez que no estemos, así, tan cerca el uno del otro.

Y si tú sientes que el Sol se encuentra a gusto en ti, amor,

no permitas nunca que se vaya

porque hay muchos hombres y mujeres que lo pierden

y van muriendo un poco, cada día,

sin darse apenas cuenta.

Tú, llévalo siempre en el corazón y tras tu frente

Y así, cuando yo esté perdido y no me encuentre

podré volver a encontrarme y a encontrarte.

Yo también lo dejaré por siempre dentro de mi corazón y en mi frente

para que así; cuando seas tú la que esté perdida y tengas miedo

sepas que mi Sol estará por siempre esperándote

para fundirse con el fuego y la luz del tuyo»

Aquel día, antes de que llegase el momento,

en que nos separásemos de nuevo durante muchísimo tiempo

El hombre del Sol, me había besado apasionadamente en los labios

y yo,  ya nunca pude olvidarme de aquel beso

ni del placer infinito de nuestros Soles desnudos

Amándose.

Y he escrito mucho, ¡Lo juro!

Que he escrito mucho, desde entonces.

Y ahora que desde el sueño me llega otra vez el recuerdo,

Siento: que se me ha quedado dormido el Sol

por dentro y también, un poco, la esperanza.

Y ya no estoy bastante segura,

de que me quede suficiente fuego en la sangre

para seguir dejándome la voz y el corazón,

en las palabras.

Mientras te sigo buscando descalza, a ti, hombre del Sol

Aquí, perdida en el mundo

Imagen tomada después del Sungazing,
desde la terraza de mi edificio en Horta-Guinardó


Zbigniew Preisner soundtrack – Dekalog V / Kieslowski Krzysztof

Publicado por

mayde molina

Escritura, Espiritualidad. Medicina Tradicional China

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