Un verbo en femenino (Poemas en femenino para el día de la mujer)

Y yo, que nunca he sido maestra sino rama del sauce y de la aurora.

Que he venido a esta tierra para contar su historia, tan sólo porque vivo en la memoria de los hombres que me han visto la tez desangelada y la esperanza muda…

Yo, que ya no soy un «yo» sino un anhelo. Que algunas veces, me vuelo en alas de la noche y caigo y me recojo. Me ahondo desde el lodo más profundo, infrinjo entre los versos, las ruinas de una vida sostenida en mis credos de mujer; «mis puedos y mis valgos» y mi próximo epitafio, que aún lejano escribo.

Yo; que respiro y no me basta el aire, ni siquiera, del huracán el gemido me basto.

Y sólo aprendo entonces a vivir con lo puesto. Suspiro intensamente y a veces me contemplo y me contengo. Y sé, que a pesar de todo y aunque mil veces me rompa…  Voy a seguir siendo la de la niña y la hebra de jade, la del amor angelado guardado en cofres de esperanza.

Y Él, que no sabe, que antes que de la rémora y la noche, me nutro de los broches y las voces de los tiempos, las cunas y los ritmos del tesón. Y lo hago porque aún me creo, que voy a serle fiel a ésta de mi piel. Y sobrevivo ¡Joder! ¡Me sobrevivo! A tientas y no en vano, despierto, día tras día, en llamas y en peligro de extinción.

No ves, que mis jirones tampoco son azules y ahora ya se llaman: la roja y brava vida. Que de la vida vengo y hacia la vida voy, a ríos, porque la amo inmensamente, a saco roto, la amo.

Y ya no me la doblo, ni me la bebo a sorbos largos y hoy, a día hoy me sé lentita de morir; pues llevo el pecho abierto de tanto amanecerme en brazos de la sombra y a sombras contra el sol, he ido erupcionando y sólo soy la voz de un verbo en femenino. Un sueño para el aire, un manojo de versos para el son de los soles que alumbran mi horizonte. No ves que a veces grito mi derrota, digo tu nombre y parto en dos al viento: tu risa y tu demora de amor en movimiento…

Que si soy la que llora, también nado en mi llanto como el delfín azul navega por sus noches oceánicas y se desmuere en trinos, feroz de sí para nacer de su llanto y de su cántico libre… ¡Libre Ser y libre Vivirse!!

Imagen obtenida en la red

Y tú qué dices Luz, y no me dices ¡Ven!!

¿Pero dónde entonces la luz?

Cuando tantas veces la he visto cómo llega. Avanza despacito; me palpa, me desgarra, me huye, me persigue. Otra y otra y otra vez.

Liviana y tan hermosa; se viste con mi piel, la de la entraña y me dice sin voz, tan absoluta de sí misma como absoluta es la certeza del sueño que amanece en el pecho desnudo de mi pequeña loba.

Y llega, se anuncia en la mañana. Se nombra sin sus versos, tan infinita es, que solamente dicta:

La luz, tu luz… Eres tú

La primigenia impronta, la vida en tus arterias, tu útero sangrando, tu tiento, el verso abierto, tus flancos, tus fracasos.

Tus tantos intentos, en vano de hallar justo al «maestro», mientras no puedes ver que el maestro: tú, para tu piel ya eres. Tú, para tu sueño tangible y precioso. Tu vida contra el buque del viento, tu alma del lamento, los Nortes del desahucio, aquellos que salvaste y perdiste tantas veces…

Tu paz y tu equilibrio, tu himen roto y tu honra, tu latido perpetuo de niña universal, tus manos sobre el vientre umbilical. La hebra que trepa y al corazón asciende… ¡Joder la luz…!

Que también pudo ser; los tiempos en la sombra y el temido delirio del amor. Y ahora, justo ahora, en este amor que borras cuando escribes. En este amor que callas cuando dices; también eres la luz porque él te teme, pues sólo en ti se ve su blanca blanca, blanca sombra y no te quiere ver, ni tampoco te nombra:

En tu mujer de piel

En tu mujer de aurora

Publicado por

mayde molina

Escritura, Espiritualidad. Medicina Tradicional China

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