Cada vez me parezco más a mi madre y a mi abuela María.
Todo lo que siembro, florece…
Hacía un largo tiempo que no escribía nada en esta bitácora. Este pedacito de casa, que un día me sirvió para empezar a elaborar la sanación de un antiguo duelo, a través de las palabras.
Hoy deseo volver a retomar esta bitácora más que nunca. Hoy que tengo el tiempo suficiente para la reflexión y también para ordenar el pequeño caos que ha ido sucediendo en estos últimos días, tanto en mi vida como en la de mi familia.
Porque desde el pasado domingo, estamos acompañando el proceso de muerte de mi tía materna Magdalena. Una mujer hermosa que ha llevado una vida bastante difícil y dolorosa. Ella es la única hermana de mamá y lleva mucho tiempo enfermita e ingresada en una residencia de hermanas religiosas. Mi tía tiene 85 años y estos días, su vida en esta tierra, está llegando a su final.
Os cuento que mi mamá también está bastante delicada de salud y que estoy sintiendo que estar acompañando a su hermana en este proceso, le está haciendo muchísimo bien.
Mi madre está rezando para que su hermana no sufra, para que su Dios del buen amor pronto se la lleve a su reino y su alma pueda al fin descansar. Y yo la acompaño en su rezo, además de alzar el mío hacia mis propios dioses, que al fin y al cabo, también confluyen en el que ella me enseñó a amar de niña.
Imaginaros, juntas somos una hermosa tribu de mujeres; mi madre, mi tía, mi abuela María y su madre, mi bisabuela Magdalena_ desde el cielo_ porque ambas, también nos están sosteniendo y guiando en este proceso.
Sí porque juntas somos grandes y hermosas y juntas, desde la poderosa fuerza que tienen nuestros ancestros, estamos acompañando ahora la muerte de mi tía Magdalena.
Todos ellos, mis ancestros más cercanos, provienen del Sur, de Andalucía. Concretamente de un pueblecito pequeño que se llama Rute y está en la provincia de Córdoba. En cambio yo ya nací en Barcelona, porque mis padres al casarse emigraron de Andalucía, en los tiempos más difíciles del franquismo, buscando un trabajo digno y una vida mejor para mi hermano y para mí.
Mis hijos: Jordi y Nil, que ya son casi dos hombres, también han nacido en Barcelona. Entre nosotros hablamos, indistintamente, catalán y español y nos sentimos profundamente conectados con nuestras raíces del Sur. Aunque mis hijos, como es normal y natural, también se sienten muy de esta hermosa tierra de Cataluña, donde siempre hemos vivido y crecido. Y también yo, por supuesto, pero no por ello dejo de llevar en mi adentro más profundo el Sur.
Y en esta etapa de mi vida, estoy sintiendo que es muy necesario honrar nuestro origen y a cada uno de nuestros ancestros. Porque ellos están en nosotros y nosotros vivimos en ellos. Es así de sencillo. Porque el linaje de la sangre permanece poderosamente conectado con nuestro Ser, durante toda una vida o incluso más. Y la tribu de ancestras de mi linaje femenino ha sido sabia y hermosa, como también lo ha sido la de mi papá, cuyo origen como os contaba, está en el mismo pueblecito de Córdoba, Andalucía.
Pues bien una vez os he narrado algo de nuestra historia familiar, vuelvo a recordar lo que quería transmitiros desde un principio esta mañana:
“Todo lo que ahora siembro, florece”
Voy a intentar explicarme un poco mejor, para que podáis comprenderme…
Mi abuela y mamá siempre tuvieron una mano mágica con las plantas, así como con los guisos y las cosas del cuidado de la casa y la familia. Pero yo pasé un gran tiempo de mi vida pensando que en «todo eso», era un pequeño-gran desastre. Y ahora me doy cuenta, de que para nada es así. Al menos no ahora, porque ya no lo soy. Y siento que es porque ya me están regalando los hermosos dones que “ellas” las de mi tribu de mujeres tienen.
Por eso, ahora ya crecen hermosas mis plantitas y mis “guisos” tampoco están nada mal, para el poco tiempo del que dispongo para hacerlos, ni mi casa está tan desastrosa como en el pasado…
Por otro lado, estoy con un proyecto literario que siento que podrá ayudar y a acompañar en sus procesos a otras personas_ ya os contaré más sobre él en el futuro_ lo que me hace profundamente dichosa.
Así que ahora afirmo y decreto:
“Que todo lo que Siembro con Amor, está empezando a Florecer en mi Vida…»
Tan sólo necesitaba conectar profundamente con el amor hacia mi misma primero y con el respeto y el agradecimiento a las mujeres y hombres de mi linaje o tribu después.
Porque ahora, gracias a cada una de ellas y de ellos; empiezo a ser una escritora como yo soñaba de niña, una mujer con menos máscaras y más honesta conmigo misma y una chamanita en proceso continuo de expansión. En fin, una mujer medicina para mí y para el mundo, que ya aprendió a creer en sí misma y en la fuerza irrefutable del amor hacia uno mismo y todo lo que le precede en esta vida para llegar hasta esa meta. (Aunque seguimos, por supuesto, trabajando día tras día en ello…)
Así que me siento profundamente agradecida por todo y eso es sencillamente lo que quería transmitiros con estas palabras.
Ahora ya debo marcharme, a seguir con mi labor de acompañamiento, pero regresaré y os seguiré contando en las horas más tempranas de la mañana, que es cuando más me gusta escribiros.
Desde la paz y el inicio de un nuevo día. Eso me gusta y me inspira mucho.
Mientras tanto, os dejo aquí un abrazo grande, floreciente y poderoso, para todos los que asoméis por aquí para leer un ratito esta bitácora de a bordo, de la ya no «mujer de aire»…

por el grupo de Sungazing de Sun Sun Love Barcelona
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