Presunto estado del bienestar

imagen obtenida de la red
Imagen obtenida de la red

Me pregunto en qué telediario denunciarán sus hechos. Cuándo la caja boba nos dirá: «son estos»…. Los más pulcros verdugos, los que juegan a dioses.  Los dueños del veneno que corre por la tierra. El que está coronando los pueblos y los días.  El que solamente existe para elevar a sueño lo imprescindible…

«Tener un puesto en el mundo. Un salario digno. Un estado  del bienestar cuidando de ti y de los tuyos.  Enseñándoles a crecer y abastecerse.                                                                                                                      A ser un día hombres libres…»

Pero ¡NO!  Los ministros del gran capitalismo, NO nos quieren libres.

Los que roban dinero, prevarican y comen los mejores manjares. Pero cagan veneno. ¡Cicuta sobre nosotros! Los que otorgan: ahora, tú te aprietas más la soga  y tú: ¡Revientaaaas!

Y yo, que estoy naciendo como un liquen en medio de esta furia para agarrar la piedra…     A esta sociedad la estoy llamando judas, culpa, angustia.

¡¡Estoy pidiendo auxilio y mi voz se pierde en el vacío!!! Pero, ¿Por qué seguimos siendo la misma soledad que toman dos caminos que se cruzan?

¡El liquen sobre  la piedra! o ¡El miedo sobre la furia!

La furia, porque  aquí hay niños que en invierno no llevan sus deberes a la escuela porque a las cinco es de noche y en su casa no llegan para pagar la luz. ¡Niños que crecen con el rostro azul de la miseria!

Joder ¡Qué le den trigo al hambre y  no le hablen de austeridad!  Que vayan con su supuesto «estado del bienestar» al llanto periférico de la ciudad; a la esquina que recoge la sombra a capela del inmigrante, del mendigo, o de la prostituta que todos juzgan sin conocer su historia.

Pero dicen nuestros verdugos: que esperemos, porque estamos saliendo de la crisis…    ¡Que lleven a sus hijos a las colas del paro y pongan en sus manos la oscura dote del miedo y la angustia!

Joder, que le hablen de espera al hombre de más cincuenta que vive en la cola del paro, o al anciano solitario al que siguen recortando su mísera pensión. Que le hablen de espera y estado del bienestar a mi hijo adolescente al que dentro de dos años no podré pagar la universidad, mientras siguen ganando «ellos»

Y hoy aquí esperamos que ganen nuestros versos y yo, que os reconozco que llevo una mujerdeaire metida en mi cabeza, lo que más quiero es: ¡Qué ganen nuestros sueños! Que nuestros versos sean rojos, nuestras palabras furias, ¡Piedras que lancemos contra ellos! y ¡Qué venza la cometa de nuestra libertad!

Que nuestra ciudad no sea: esta ciudad caída. Ni nuestras vidas: el sueño que ellos pisan con su codicia.