Ahora que el silencio es un cuerpo de versos que alumbran la mañana. Que mi esperanza es luz y mi voz la trinchera.
Que me conozco, me derrocho y me conduzco, sin faros antiniebla y me pronuncio en ella: en la mujer que gobierna mi piel y mis fronteras. Y tan sencillo es…
Ahora, que al fin escribo:
Que mi piel no es territorio, sino lenguaje. Que mi horma y mi norma, son el viento y el aire, que mi ciudad es de Nadie y mi pueblo, mi Sur.
Ahora que al fin aprendo a vivir con lo puesto, asumo y reconozco: que la tristeza no es manta, ni borla y la reforma es un cauce, no un hogar todavía.
Que uno debe aprenderse primero en la sal y edificarse, antes de darse prestado.
Que a día de hoy, aquí se intenta el ejercicio de aprender a bucear y trepar montes.
Que mi mundo, es un sueño que se hace y se goza. Que mi intención es la vida y lo que pones en juego por el amor sin sombra y su lucero.
Que mi noche tardía, es mi día y en él o en ella, me he ido derramando. He derrochado las horas frente al verso y me hago cargo de todo cuanto he roto, en su nombre.
Que ya sabías, lo sabías… ¡Qué voy muriendo a chorros por un soplo de luz!
Que no tengo palacios y sólo soy un templo de mujer. Una boca que late, una nube fecunda, una rama, que se intenta y se trepa. Esta mujer que me nombra en la que pregunta el ¿Dónde? Que derrocha y agota pronombres y no adquiere ropajes, ni apellidos de nadie.
La que duerme conmigo y se amanece: voraz y en llamas.
La que muerde en mi cuerpo las mañanas y ansía tanto el Norte.
La que dicta: que tengo un territorio tutelado, un camino y un cofre. Un sauce, para el llanto…
Que he surcado los miedos y lo he intentado todo y he caído contigo en picado y prefiero lo digno de levantarme sola.
Que me nutro en el musgo y me interpolo en esta otra, que también es mi voz y mi mujer en cueros.
Que mi tierra es salvaje y alita de alma o loba, ahora y siempre he sido.
Que me voy y no vuelvo: porque no puedo más y mi llanto, es mi quiero o mi quiebro y mi nunca, es ahora. Que mi adiós es una rémora colgándome de la boca.
Que nada tiene sentido, si lo piensas, pues tu roto es el fuego y mi fortuna el agua.
Que en ti ya me he mojado y en ti me seco en llamas.
Que he hecho testamento y he dicho:
Aquí ya no se rasga, aquí ya no se jode, aquí no se dicta, ni se levanta el verbo o se regala el plomo y el cansancio…
Aquí se va de rojo y no de luto. Aquí no se oscurece, ni se apaga la luz.
…He dicho
Que prefieras tu suerte, compañero y con ella te valgas y te sobres.
Que no inventes, no sueñes, no vuelvas, mañana a pronunciarme.
Aquí ya nada tiembla y el invierno no suda, su témpano de nieve.
Aquí, vuela el Arube hacia otra primavera.
Aquí se abrasa el Aire y se enciende una Vida.
Aquí…
Aquí, voy a vestir de largo la Poesía.
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