Capítulo dos, kilómetro cero, de estos nuevos pasos a tientas, por sendas de la esperanza. Mi vida; razón de Ser sin precisar creer en ti, se ha convertido ahora en el tema principal de mi inocente cordura. Caen los sueños que ayer fueran míos… ¡Qué alguien pare este mundo! para bajarme del aire y bailar en la oscuridad bebiéndome los sorbos de mi propio lamento…
Vivir: sin ya soñar despierta, caerme de bruces sobre la inocencia. Andar y no tener los mapas de este nuevo camino. Recuerdos… Trocitos de mi vida, días con alma de dicha, fotos con cara de felicidad. Luna vacía de Alejandría; tenías la calma de mi corazón mucho antes de que aullase bajo tu sombra, aquella loba- amante solitaria.
Errar para volar, y siempre, volver a ser superviviente de un mismo extraño final… Crecer y verme transformada en un después, en algo diferente, una verdad distinta a lo que la gente normal tolera. Sin máscara encubridora ni bastidores, de nuevo sin miedo a nada y sin nada que perder o que ganarle al tiempo.
Me quito la venda, cuando el puñal me hiere y cuando puedo, mientras regresa la luz a la morada del alma, yo: moriré por dentro. Pedacitos de cristal, trozos de angustia en mi soledad, hasta que regrese en diciembre mi niña aliada. La que siempre me sorprende ofreciéndome la magia para un nuevo presente, para un sueño que me traerá nuevas promesas que serán poemas hechos flores con el viento. Palabras hechas causas que me levantarán del suelo, y otro día más: nuevos kilómetros cero.
Y yo sin ti, y tú ya sin mi fe. Caminaremos ambos por el basto mundo. Perdonaremos, reencontraremos razones para seguir existiendo y prenderemos un fuego eterno más allá de este amor que nos deshizo.
Y nada será todo en un soplo de vida. Viento será marea. Amor, será: mi libertad, cuando el amanecer me proteja y la aurora me vista de mi sueño.
Las sendas de la esperanza seguro que conducen a un mundo nuevo y diferente.
Un abrazo.
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